Cómo los microcréditos y las cooperativas mejoran la vida de las mujeres etíopes
Cada noche, en Etiopía, un grupo de mujeres pobres se congrega a ambos lados de la carretera que une la región etíope de Filtu con Somalia. Allí encienden hogueras, que son visibles desde la lejanía, y cocinan diferentes platos para vender a los viajeros. Son conocidas como ILCAWO, ‘la luz en la noche’.
En Etiopía, la organización Pastoralist Concern que cuenta con el respaldo económico de Oxfam Intermón apoya a grupos de mujeres pastoralistas desde 1995, promoviendo medios de vida sostenibles, que les aporte libertad y oportunidades económicas para transformar sus vidas.
En la región de Filtu, la región más arida al sur del país, la organización puso en marcha pequeñas iniciativas para ayudar a incrementar los ingresos de estas mujeres que se reunían a la vera del camino todas las noches. Con los microcréditos concedidos muchas de ellas comenzaron pequeños negocios, como transportar agua para vender o comprar ganado. Con el tiempo se volvieron mujeres emprendedoras con proyectos que cambiaron el rol de la mujer y las relaciones de poder dentro de la comunidad.
Gracias al trabajo de Pastoralist Concern junto con Oxfam Intermón, 2.500 mujeres han transformado su vida y la de su comunidad. Te invitamos a conocer a algunas de ellas.
Amina Ahmed "Trabajamos en grupo, compartimos conocimientos y juntas decidimos en qué tipo de negocio nos queremos involucrar".
Amina tiene 44 años. Es vicepresidenta de la cooperativa Fatah de Pastoralist Concern. Cuando hace 15 años su marido murió, tuvo que hacerse cargo ella sola de sus hijas. Aquella época la recuerda como una de las más difíciles de su vida. No podían comer tres veces al día y Amina trataba de alimentar a sus hijos únicamente con un poco de té y azúcar. Gracias a Pastoralist Concern, recibió un pequeño crédito para comprar mantequilla y té y venderlos en su comunidad. Luego compró animales y se inició en el negocio de la ganadería. Con los beneficios que obtuvo fue capaz de devolver los sucesivos créditos y aumentar sus ingresos, cambiando su vida y la de sus hijas, que han podido estudiar. Ahora sigue teniendo planes para el futuro y no descarta expandir su negocio. “Aunque nuestra vida ha mejorado, tenemos que seguir adelante. Sí, tenemos tejados sobre nuestras cabezas, pero necesitamos mejores casas. Nuestros campos están vallados con maderas, pero preferiríamos metal y piedra. Y todas estas mejoras requieren unos ingresos extras que pueden ser generados con la expansión del negocio”, concluye.
Fatima Fille "Mi vida ha cambiado. He aprendido mucho, gano un salario decente y he llevado a mis hijos al colegio".
Fatima era ama de casa y nunca había trabajado. Su vida cambió cuando Pastoralist Concern reunió a Fatima y otras 30 mujeres y les dio formación como matronas para ayudar a dar a luz de forma segura. Formaba parte del plan de prevención y erradicación de la ablación. Gracias a la continua capacitación que recibió, pudo viajar a pueblos cada vez más lejanos, prestando sus servicios y ayudando en los partos. Tras ello fue contratada en el hospital de Filtu, desde donde actualmente trabaja con diferentes médicos y brinda formación a las nuevas enfermeras. Además, sigue realizando visitas a domicilio durante las que informa a las mujeres embarazadas de la importancia de acudir a los servicios prenatales y dar a luz en el hospital, las visitas las aprovechaba para advertir sobre los riesgos de la mutilación genital femenina, las consecuencias y para evitar que se la practiquen a sus hijas. “Los hombres también han asistido a varias charlas de concienciación. Han estado estudiando esta cuestión desde la perspectiva religiosa, pues en el Corán no se recoge tal práctica. Después de mucho debatir han aceptado frenar esta práctica. Ellos tambien nos están apoyando”, afirma.
Absharo "Creo que si sueñas en grande, te haces grande".
Absharo se quedó viuda con 5 hijos y mucha juventud. Se dedicaba a recoger leña para vender en el pueblo. También limpiaba en otras casas, peinaba a la gente y vendía algo de té. Aún así ganaba muy poco dinero. “Me sentía muy sola, mis hijos lloraban de hambre y me preguntaban que cuando comerían. Yo ponía agua a hervir en la olla y la removía diciendoles, ‘falta un poquito’, hasta que se quedaban dormidos de agotamiento. No tenía ni para ponerles unas hojas de té. "Llegué a pensar que se me morirían de hambre”, explica. Comenzó recibiendo un pequeño crédito que invirtió en té, azúcar y harina para vender en la carretera de noche. Tambien invirtió en la compra de un burro con el que distribuía agua y con el tiempo compró cinco cabras que fue criando hasta que se convirtieron en 42. Además, como el té la había "salvado" acabó instalalando una tetería detrás de la oficina del gobierno. Gracias a su esfuerzo y a la oportunidad que tuvo, Absharo ha criado a sus 12 hijos. Todos han podido ir a la escuela y algunos de ellos están estudiando en la universidad. “Creo que si sueñas en grande, te haces grande. Así que quiero volver a ir a la Meca. Mis hijos me dicen que ya irán ellos por mí, pero sabes, desde que me compré el reloj, veo que el tiempo pasa y el que me queda lo quiero aprovechar mucho”.
Fuente: Oxfam