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Kombit: la película que trata la cuestión de la soberanía alimentaria

 

Kombit es el título de un documental sobre el presente de la situación política y social de Haití, realizado por un equipo de cineastas argentinos.

Haciendo eje en el impacto que ha tenido la política de subsidios a la producción y exportación de arroz producido en EEUU, sobre el comercio exterior y el consumo interno haitiano, Kombit (trabajar juntos) se permite trazar líneas de continuidad histórica entre el siglo XIX y el presente, al tiempo que mostrar cómo se irradia el impacto de la intervención externa en la totalidad del territorio.

La película comienza con una referencia a la revolución independentista, negra y antiesclavista llevada a cabo en el país en 1804. El primer grito de independencia en América Latina. Reprimida brutalmente por las potencias coloniales, la revolución no pudo consolidarse. La relación entre ese pasado de sometimiento colonial y este presente, aun cuando no sea lineal, permite marcar continuidades simbólicas. Esta es la intención inicial de los realizadores.

“Una de las cosas que se pueden pensar es que la esclavitud continúa, no en plantaciones, sino que los campesinos arruinados por la importación de arroz deben migrar y conseguir trabajo en la ciudad. Y el único lugar en donde se consigue trabajo es en una maquila, en zonas francas en donde los haitianos y haitianas trabajan como obra de mano barata, por menos de 2 dólares por día” afirman en este sentido sus realizadores, el director Aníbal Garisto y su guionista Carlos Galán.

Los campesinos de grandes zonas del país sostenían sus economías de subsistencia con una producción artesanal y sostenible de diversas variedades de arroz, que producen bajo métodos tradicionales, libres de procesos químicos.

Como relata la película, el gobierno de Estados Unidos apoyó la producción industrial de arroz mediante subsidios directos a la producción y la comercialización. Está política, tal vez la más agresiva de EEUU en materia de subsidios y protección, tuvo consecuencias para los productores de arroz del resto del mundo. El impacto de esta política tuvo en Haití fue devastador. El propio ex presidente Bill Clinton reconoció años después: “Una decisión mía trajo como resultado la pérdida de la capacidad de Haití de alimentar a su pueblo”.

Los realizadores logran articular esta situación que sumió a gran parte de la población en el hambre, con el pasado y lo que ocurrió después: la instalación de la “misión de paz” comandada por Brasil, la Minustah (2004) y el terremoto que destruyó la capital y parte del país en 2010.

“La MINUSTAH se presenta como una fuerza de paz, pero en los hechos demuestran que lo que hacen es vigilar puntos estratégicos, violan los DD HH e incluso reprimen protestas y manifestaciones.

En nuestros viajes a Haití no encontramos personas, incluso de clase alta, que defiendan y estén contentos con la presencia de la MINUSTAH. Salvo la elite, que se beneficia con el “status quo” y la corrupción”. Señalaron los realizadores.

Esta situación devino en una represión creciente, pero también en un brote de cólera traído por soldados extranjeros que produjo miles de muertes. Kombit (trabajar juntos) es una estrategia que combina la posibilidad de la supervivencia como un ejercicio de resistencia ante el avance del complejo agrícola industrial más potente del mundo. “El Kombit, data de épocas remotas y se está retomando como alternativas a la crisis: Trabajar juntos ante la inacción del estado haitiano. Prácticas que nos muestran que se puede y debe trabajar de otra manera.”

El relato economiza la explicación oral, los textos que relatan lo que la realidad muestra por sí sola. Los realizadores apoyan en parte sus imágenes en el discurso de campesinos, activistas e intelectuales, pero permiten que la cuestión social se reconstruya a partir de un discurso visual rico, complejo y diverso. El campo con su ritmo, lo bucólico pero también lo social adquiere un valor narrativo especial frente a la experiencia ciudadana de las maquilas, el lugar de la explotación casi inevitable para todos los campesinos migrantes.

“Equilibramos lo visual con la información, con los datos, no queríamos hacer un documental “de manual”, ni excedernos con las entrevistas ni con los datos que damos. Preferimos potenciar lo visual, mostrar el trabajo artesanal, el esfuerzo, lo difícil de su situación, pero también sus pequeñas alegrías y esperanzas” explicaron Garisto y Galván.

Kombit permite entender la complejidad nacional del país más pobre de América Latina, donde la dominación extranjera no solo supone la imposición de un régimen de regulación de su economía, sino también la viabilidad del proceso democrático.

La capacidad de desarrollar un proyecto político autónomo, en un país gobernado por elites sostenidas por el apoyo de los Estados Unidos, es muy escasa. Las estrategias de resistencia y apoyo colectivo son una forma política muy importante en este sentido.

Trabajar juntos, el Kombit que da título a la película, es una de ellas.

Fuente: Nodal Cultura

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