El dinero y la sostenibilidad
Uno de los temas fundamentales que asegura la relevancia de monedas sociales es el cuestionamiento al sistema monetario como algo tan insostenible que está destinado a colapsar tarde o temprano.
Este mes quisiera enfocarme en la presentación del libro “Money and Sustainability”, un informe en inglés del Club de Roma (famoso por “El Límite del Crecimiento”) para hablar de este tema.
El libro empieza por señalar que tanto la crisis financiera como el envejecimiento de la población mundial está limitando nuestra capacidad de financiar proyectos (ej.: transición de energías fósiles a las renovables) para luchar contra el cambio climático. Después nos plantea la necesidad de cambiar el paradigma para dejar de considerar el medio ambiente y la sociedad como “externalidades” que no aparecen en indicadores económicos, sugiriéndonos ver la economía como parte de estos sistemas.
También se destacan tres “puntos ciegos” de nuestro sistema monetario, es decir: su emisión monopolizada por la autoridad central con tal de que los prestatarios paguen tasas de interés; la similitud entre el capitalismo y el comunismo en cuanto a su indiferencia sobre la emisión del dinero como concesión de créditos bancarios = endeudamiento; y la fundación de los bancos centrales, constatando que había épocas de monedas paralelas como Egipto Antiguo y Europa en el siglo XIII, monedas de metales preciosos para intercambios internacionales y otras monedas oxidables para transacciones internas, que trajeron prosperidad económica a ambas sociedades.
Se presenta un punto de vista interesante que podemos aprender del ecosistema y aplicar a nuestra economía: la dicotomía entre la eficiencia = productividad y la resiliencia = diversidad. Un sistema demasiado enfocado en eficiencia, como nuestro sistema económico actual, nos aporta un buen rendimiento pero su fragilidad trae inestabilidad del sistema, y una vez que cae el sistema se tarda muchísimo tiempo para recuperarlo. Además se mencionan los cinco aspectos insostenibles de nuestro sistema monetario actual (véase aquí para un poco más de informaciones en castellano):
Tendencia procíclica de creación y flujo monetario: se inyecta demasiado dinero a la economía durante el boom, impulsando especulaciones, mientras que se retira dinero una vez que la economía cae en retroceso, agravándola aún más
Cortoplacismo: se descuentan las propiedades del futuro, alentando inversiones a corto plazo y bajando la rentabilidad = atractividad de los proyectos a largo plazo.
Presiones del crecimiento perpetuo y obligatorio debido a la deuda con tasa de interés compuesto: Véase enero de 2014.
Concentración de riqueza sin misericordia: véase enero de 2014.
Devaluación de la cohesión social: este sistema económico suscita competencias en detrimento de las relaciones humanas colaborativas.
Otro hecho muy curioso es que en épocas anteriores muchos Estados podían pedir crédito sin tasas de interés a su banco central, liberándolos del costo financiero que hoy en día pagan indirectamente los contribuyentes y la sociedad en general en forma del alta tasa de impuesto y/o del empeoramiento de los servicios públicos. El gobierno francés, por ejemplo, gozaba de este privilegio hasta 1973 cuando se prohibió esta financiación directa al Estado, y se calcula que su deuda pública en 2009 sería solamente el 8,6% del PIB nacional en vez de actual 78%, constatando que la liberación de los tesoros nacionales significaría menos impuesto y/o más inversiones en educación y/o salud.
La mayoría sigue pensando que esta crisis es el resultado de la mala gestión del sistema que podría durar décadas más sin generar turbulencias, pero este libro demuestra que esta creencia es falsa porque el problema no es la mala gestión sino el error en el propio diseño del sistema monetario basado en el endeudamiento perpetuo y exponencial. Hace falta cuestionar su modo de funcionamiento y rediseñarlo si queremos tener un sistema monetario que nos ayude a alcanzar una prosperidad duradera.
Fuente: El País