Una perspectiva colombiana sobre la economía social y solidaria
La integración de América Latina depende de sí misma. La economía social y solidaria es una de las vías para la integración inter e intrarregional.
A pesar de los vestigios integracionistas surgidos durante los
siglos XIX, XX y XXI, fomentando la unidad latinoamericana, se podría decir que fue en el seno de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe, CEPAL, durante la dirección de Raúl Prebisch, en la
década de los años 50, del siglo XX, cuando se inició el proceso de integración regional, concebida como una herramienta esencial para generar mercados ampliados que permitiera apuntalar la industrialización y reducir la dependencia económica de los países centrales, en favor de los países de la periferia.
Luego de más de 50 anos, de los esfuerzos integracionistas, direccionados por la CEPAL, los resultados han sido fallidos. ¿Cuáles
han sido los intentos? ¿Por qué estos esfuerzos han sido fallidos? ¿Fallaron los dirigentes?
Los tratados de integración han pasado por la creación de la zona de libre comercio mediante la Asociación Latinoamericana de Integración, Aladi; La Comunidad Andina de Naciones, La CAN; el Mercosur, la Unasur; Mercado Común Centroamericano y la Comunidad del Caribe, CARICOM; en suma se constituyen los Tratados de Libre Comercio, TLC en su mayoría con los Estados Unidos de América, como es el caso de México, mediante el TLC de América del Norte, entre otros; estos esfuerzos han sido fallidos, porque los resultados en la integración son mínimos, el avance se ha dado en milímetros, mientras que el mundo avanza a la velocidad de la luz. Los dirigentes desde los gobiernos le han dado la espalda a la resolución de la pobreza en América Latina.
Al traer la intervención del Secretario ejecutivo de la CEPAL, en consecuencia “La gran desigualdad social ha sido una característica frustrante del desarrollo económico latinoamericano. No en vano América Latina se ha caracterizado por ser la región del mundo con los más elevados índices de desigualdad en la distribución del ingreso”.
Al observar la brecha entre países centrales y los de la periferia, en estos últimos, los niveles de pobreza siguen siendo elevados; a pesar de los avances, en niveles heterogéneos por supuesto, en América Latina, estas condiciones se deben enfrentar desde lo local, con pensamiento global propiciando la economía social y solidaria.
Al hablar de Economía Social su percepción varía de acuerdo al entorno socio-económico, cultural, político y geográfico en el cual conviven los individuos de una sociedad. La Economía Social nace como una reacción a la exclusión social o económica de factores básicos p
ara la vida que han vivido millones de trabajadores y pequeños propietarios que no podían acceder a las condiciones básicas de subsistencia, tales como vivienda, alimentación, trabajos, entre otros.
La economía social y solidaria, debe ser un complemento, en una economía de mercado; el modelo de desarrollo capitalista se le debe humanizar. La economía y la solidaridad, a pesar de tener definiciones
diferentes, la economía es, ante todo, humana. Cuando se habla de cooperación e integración entre países, no puede dejarse en la mera combinación de factores económicos para el logro de la rentabilidad,
del crecimiento económico, la hipótesis del crecimiento y el desarrollo, estos deben ser armónicos, sobre todo desde lo socioeconómico.
La pobreza se puede disminuir al humanizar la economía. Al observar el trabajo de las personas con bajos ingresos, la dedicación alcanza las
horas diarias. La escasez se encuentra en la formación, la escolaridad, en la utilización de herramientas rudimentarias, la utilización de materias primas descartables, entre otros. Estas personas conforman una fuerza laboral amplia, y al integrarlas en redes productivas, en empresas sociales y solidarias, algunas de propiedad social y autogestionaria, que mediante un plan de formación y empoderamiento, se constituyan en células primarias de articulaciónde un sistema productivo eficiente, eficaz, efectivo y de calidad.
La formación para el trabajo, permite a la población homologar y enriquecer conocimientos técnicos, gerenciales, organizacionales, tecnológicos, societarios, históricos, culturales, entre los más relevantes.
La economía social y solidaria, en el contexto socioeconómico de las naciones periféricas, se debe fortalecer participando en el mercado mundial, participando en los grandes nudos de acumulación de
capital económico y social. La brecha entre ricos y pobres se puede estrechar mediante el fortalecimiento y práctica de la economía social
solidaria. Las prácticas sociales reales de producción, distribución y
consumo de bienes y servicios deben configurar en estos momentos todo un universo productivo particular. La economía social solidaria es una economía alternativa, motorizada por las formas de trabajo
asociado, la propiedad y producción colectiva, centrada en las buenas
prácticas como lo predican los principios universales de cooperativismo.
En América Latina se puede pasar de una economía de subsistencia, de exportadores netos de materias primas, a productores de bienes procesados, incorporando la economía social solidaria, con democracia
plena en los estados, en los gobiernos, en las empresas, en la formulación de políticas públicas adecuadas, superando la división histórica de capital–trabajo, invirtiendo los términos al suprimir la condición mercantil a la que está sometida la fuerza de trabajo bajo la economía de mercado. El ambiente social solidario, brinda condiciones dignas de trabajo. Se debe utilizar la capacidad creativa para desarrollar las capacidades empresariales y de gestión, al tener objetivos de sustentabilidad y desarrollo de largo plazo, estos son más resilientes a las crisis.
Fuente: Organización Internacional del Trabajo