Reflexiones sobre la naturaleza histórica de la Economía Solidaria: un enfoque latinoamericano
La Economía Social y Solidaria pude ser definida como un medio para la promoción de intercambios entre organizaciones centradas en las personas. Dichas organizaciones buscan, de una parte, ganancias para garantizar su viabilidad financiera, y, de otra parte, resultados concretos a fin de promover proyectos de desarrollo sostenible.
ESS es un concepto relativamente reciente que tiene sus raíces en la demanda, de la parte de países en desarrollo, por un modelo económico que sea más redistributivo de la riqueza y, al mismo tiempo, que permita el crecimiento económico.
Esa demanda se remonta a las reivindicaciones por un Nuevo Orden Económico Internacional en los años 1970, la cual llevó a la creación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo, así como a la inclusión de asuntos no tarifarios en la Ronda de
Negociaciones de Tokio, en el ámbito del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio de 1947 (GATT-1947).
En el periodo de la segunda mitad del Siglo XX, América Latina fue protagonista de ricos debates acerca del desarrollo económico, a través los cuales es posible identificarse elementos de una demanda por un
modelo económico más justo y solidario, como la ESS. Los principales puntos de los dichos debates son las ideas acerca del modelo “Centro-
Periferia”, elaborado por Raúl Prebisch, en el ámbito de la Comisión
de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El deterioro de los términos de cambio, por ejemplo, que denuncia una perpetuación estructural de la desigualdad en función de diferencias
entre las elasticidades-precio de bienes agrícolas y manufacturados, es uno de los retos a que se propone enfrentar la ESS. En este nuevo modelo económico la agregación de valor pude darse por medio de numerosos
criterios intangibles relativos al desarrollo sostenible y sus tres pilares de acción: el social, el económico y el ambiental.
Tras el fin de la Guerra Fría, las esperanzas de un nuevo orden multipolar se convirtieron en desilusiones con un sistema económico asentado en principios liberales que facilitaron la concentración de riqueza, al mismo tiempo en que perpetuaron las dificultades de manutención de equilibrios en las balanzas de pagos de países en desarrollo, como se vio en los casos de México, Tigres Asiáticos, Rusia y Argentina, en fines de los 1990.
En ese contexto, es posible decir que la dinámica de conflicto Este-Oeste fue
remplazada por una de naturaleza Norte-Sur.
Sin embargo, la importancia económica de países en desarrollo fue incrementada en la primera década del nuevo milenio en como resultado de factores como el crecimiento chino, el establecimiento de fundos soberanos (el lado estatal de la acumulación de capital) y el fuerte aumento de los precios de las “commodities” (tras el propio fenómeno chino y las intervenciones en el Oriente Medio, que mantuvieron altos los precios de hidrocarburos por largo plazo). En ese contexto, países como Argentina,
Brasil, México, India Y Sudáfrica lograran establecer un nuevo paradigma de relaciones internacionales, envasado en un papel aumentado de los países del Sur. Efectivamente, el G20 Financiero se tornó el fórum principal para las discusiones acerca de alternativas y soluciones para el funcionamiento del
sistema de Bretton Woods en la actualidad.
Además, grupos como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han propuesto plataformas complementarias al sistema de financiamiento internacional, como el recién creado “New Development Bank”.
La creciente participación de países en desarrollo en las instancias decisorias mundiales abrió el camino a nuevas formas de asistencia
entre países, principalmente la cooperación Sur-Sur y triangular (CSS). El
enfoque Sur-Sur establece una relación horizontal, en qué proyectos son orientados por la demanda y la administración es una responsabilidad de los propios beneficiarios de la asistencia. La cooperación triangular, a su momento, es el tipo de asistencia que consiste de dos o más países en desarrollo en conjunto con un país desarrollado, pero todavía administrada por los beneficiarios de la cooperación. En larga medida, CSS pude ser considerado un medio por lo cual los países en desarrollo toman el control
sobre sus destinos. Indudablemente, CSS ha permitido la consecución de proyectos que no solo mejoraran las vidas de los ciudadanos en el nivel micro, sino también aumentaron el llamado “soft power” de los países involucrados.
Es importante notar, sin embargo, que la crisis del 2008 todavía se hace sentir. Países desarrollados hicieron frente a la crisis por medio de la manutención de tasas de interés en nivel muy bajo y política monetaria expansionista, como el llamado “quantitative easing” de los EEUU. En un primero momento, la combinación de dichas políticas económicas promovió un elevado flujo de capitales hacia los países en desarrollo. En un segundo momento, la inminente reanudación de los aumentos en las tajas por el FED, en combinación con la desaceleración del crecimiento chino y una baja en los precios de materias primas (principalmente por la maturación de inversiones en nuevas formas de exploración de petróleo) puede llevar a una exposición de los países en desarrollo a ataques especulativos de capital y sus ya conocidos efectos deletéreos, como la inflación, el desempleo y la continuada dificultad en mantener el equilibrio en la balanza de pagos.
En relación a América Latina, esos problemas son conocidos de los países de la región, los cuales intentan protegerse, sea por propensiones autárquicas, como Venezuela y Paraguay, sea por la promoción de
niveles mayores de apertura comercial, como Chile y México. A lo lejos de proponer un diagnóstico sobre cual modelo es lo más apropiado para el desarrollo económico, es importante, sin embargo, notar que todos los países tienen retos estructurales es sus balanzas de pagos, principalmente en las balanzas de servicios y de comercio de las transacciones corrientes, las cuales tienen una tendencia estructural al déficit. Este déficit hace con que las economías de la región sean más susceptibles a los movimientos de
capital descriptos arriba.
En ese contexto, la ESS puede ser considerada una demanda legítima por nuevo modelo de desarrollo, uno que es, al mismo tiempo, distribuidor de la riqueza, orientado por las demandas y las circunstancias de los beneficiarios, así como respetoso del desarrollo sostenible en sus tres pilares (social, económico y ambiental). En el ámbito de la cooperación Sur-Sur y triangular, la importancia de la ESS es evidente en el facto que representa la consolidación de algunas décadas de reivindicaciones de países en desarrollo por una economía global más equitativa. Además, la ESS es particularmente relevante en un momento en que esfuerzos de cooperación Sur-Sur pueden ser comprometidos por la instabilidad macroeconómica.
Aquí uno de los últimos puntos de estas reflexiones sobre la naturaleza histórica y económica de la ESS y su relación con la cooperación Sur-Sur y triangular: la ESS puede servir a la promoción del desarrollo de servicios de mayor valor agregado. Estos servicios de valor agregado pueden ser definidos en comparación con los llamados servicios finales. Estos son caracterizados por una alta empleabilidad y, todavía, valores bajos de consumo final: tratase de servicios laborales, los cuales no promueven una
intensificación de la calificación y entrenamiento de los trabajadores.
Aquellos son definidos por su mayor integración a la industria y alta
empleabilidad, al mismo tiempo en que promueve la calificación y
los estudios: tratase de servicios de tecnología de información, marketing etc. Claramente una economía necesita de los dos tipos de servicios y, en un primero momento, la ESS tiene que ser un modelo basado en servicios finales. Lo que se puede discutir es la posibilidad de la ESS como una plataforma para ladifusiónde conocimientos más técnicos, que lleven a una mayor participación de la componente de servicios de valor agregado. Resta claro que la agregación de valor es inherente a la ESS: sea como valor tangible, en una mayor calificación que lleve a una incrementada productividad de la fuerza laboral, sea como valor intangible, al promover el combate a la pobreza, la distribución de la riqueza y la protección del medio ambiente, en consonancia con el concepto de desarrollo sostenible.
Es también cierto que la cooperaciónSur-Sur y triangular y la Economía Social y Solidaria son proposiciones complementarias a la cooperación tradicional Norte-sur. La idea de un conflicto entre el Norte y el Sur es remplazada por la defensa de la solidaridad como un concepto a tenerse en cuenta en las relaciones internacionales. Este punto es particularmente relevante en un tiempo en que la recuperación de economías desarrolladas parece repetir el modelo centrípeto de distribución de la riqueza, con los movimientos de capitales dejando los países en desarrollo, así comprometiendo su capacidad de investir y aumentar la productividad.
Fuente: Organización Internacional del Trabajo