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Promovió plantar árboles frutales y hoy tiene una gran reserva natural en Posadas

 

Marina Tassi impulsó una ordenanza en 1998. Junto a su familia crearon una reserva familiar en San Isidro, donan plantines y buscan crear un lago para patos y otras aves.

¿Para qué sirve un árbol en la ciudad? Nos da sombra. Y verdaderamente, casi por instinto, uno elige esa sombra para estacionar el auto, para tomar un tereré, para conversar con un amigo que se encontró mientras caminaba por las veredas en un día caluroso. Pero un árbol sirve para muchas otras cosas.

Y si se trata de un árbol nativo, contribuye a enriquecer y sustentar la vida de otras especies. Las aves se alimentan de las frutitas, buscan refugio entre sus ramas, hay mariposas, chicharras, y cientos de insectos y otras plantas.

Al respecto existe una ordenanza para que en Posadas se plantaran más arboles frutales. La norma fue aprobada y algo de esa iniciativa se plasmó en plazoletas de la ciudad, barrios y escuelas.

Paralelamente, Marina, “la niña de los árboles”, como fue apodada entonces, inició junto a su familia un proyecto que sigue creciendo. Se trata de una reserva natural en un predio familiar ubicado en San Isidro, unos 500 metros más al sur del Club El Brete.

Los árboles plantados hace veinte años ya dan sombra y alojan a más de setenta especies de aves.

Asimismo desarrollaron plantines de especies nativas que fueron donando al municipio de Posadas, Montecarlo, Ituzaingó (Corrientes), entre otros.

Con su tamaño, los ejemplares dan fe de que, con paciencia, en el corto plazo, se puede disfrutar de los árboles que uno planta.

Planificar qué plantar

Hoy Marina señala la importancia de preservar e incrementar la flora de la ciudad. Para evitar que los árboles sean derribados porque son grandes o tocan cables, destacó que “es necesaria una planificación integral en que participen todos los actores involucrados: la Municipalidad, Espacios Verdes, Obras Públicas, Emsa, Samsa, Vialidad Provincial”.

En efecto, desde cada sector pueden identificar los “problemas” que trae un árbol -tapa o rompe los caños, toca los cables, rompe veredas- y generar las posibles soluciones.

“Es fundamental que se planten árboles nativos, porque ellos son los que pueden alojar las especies de aves e insectos de nuestra zona. Y hay que evitar otros como el ficus que son invasivos y es una pena que una vez que están grandes los deban cortar”, indicó.

Y entre los nativos, hay que elegir cuáles se adecuan a las veredas y patios pequeños, y qué otros son más adecuados para los parques y las plazoletas.

Resaltó que en los barrios y complejos urbanos nuevos se debería hacer esta tarea de planificación, para que puedan tener vegetación nativa, adecuada a cada lugar y que los nuevos vecinos puedan disfrutar de sus beneficios.

Transformar capuera en monte

En la reserva de diez hectáreas plantaron diversas especies nativas que desplegaron año a año su follaje y hoy regalan su sombra.

Son ejemplares de ambay, ceibo, ingá, pindó, aguaí, yerba mate, cocú, cerella, guayaba, guatambú, lapacho amarillo y negro, pitanga, timbó, cañafístula, entre otros.

“Se generó un microclima diferente”, señaló Marina en una entrevista con PRIMERA EDICIÓN. Explicó que esta plantación se denomina “aforestación”, porque consiste en plantar especies que antes no existían en ese lugar (se diferencia de reforestación, el proceso que se realiza cuando se han cortado las especies y se busca reponerlas). Para realizarlo, recibieron el respaldo del banco de semillas de la Facultad de Ingeniería de la Unam.

De algún modo las miles de mariposas dan fe de la calidad del ecosistema generado en este lugar. “Las mariposas, son indicador de ambiente sano. Cada día vemos especies diferentes y es un orgullo, nos sentimos bendecidos”, destacó Marina.

Entre las especies de aves, algunas de las identificadas son tingazú, boyero cacique, mieleros, búho, cuervo, halcones, carancho, zorzal, calandria, cotorra, colibrí, tijereta, urraca, celestino, carpintero, entre otros.

Visitas de escuelas

Con un entorno tan bello, a los Tassi les sobran ganas de recibir escuelas para que los niños puedan tomar contacto y sentir de cerca cómo es el entorno natural. “Queremos que los niños puedan ver cómo crecen las plantas, tengan contacto con las mariposas y las aves, cosa que tal vez en sus barrios no pueden hacer porque no hay mucha vegetación”, destacó Marina.

Junto a su padre Carlos señaló que por el momento no cuentan con infraestructura para recibir visitas escolares, pero es un proyecto que esperan poder concretar.

La laguna

Otro proyecto que ansían desarrollar pero está sujeto a la obtención de recursos económicos, es una laguna en una zona del terreno que es cuenca natural de las lluvias.

“Es un lugar donde se acumula el agua cuando hay lluvias abundantes y enseguida llegan los patos y garzas, e incluso carpinchos. Pero se seca en tres o cuatro días”, dijo Carlos. Entonces la idea es hacer una excavación para que la laguna sea permanente (debería tener entre 500 y 700 mil litros), lo cual tiene sus costos de concreción y luego de mantenimiento.

“Esperamos poder concretar este proyecto que favorecerá la reproducción de las aves acuáticas”, indicó el hombre.

El camino verde

Esas inquietudes que a los diez años despertaron en Marina, fueron marcando un camino, que se transformó en la elección de su carrera: Licenciatura en Genética en la Universidad Nacional de Misiones. Actualmente se encuentra desarrollando su tesis de grado y es una investigación sobre un virus que afecta a los árboles del monte tropical.

“Estudiar Genética me ayudó muchísimo para planificar la reserva, entender cómo es el ingreso y egreso de las especies como lagartos, venados, y resolver si alambrábamos o no. Esas respuestas las encontré en Genética de Poblaciones”, ejemplificó.

"La niña de los árboles"

El proyecto de ordenanza impulsado por Marina en 1998 fue “luego de un viaje en familia que hicimos a Iguazú. Visitamos la reserva Güirá Oga, que significa “casa de los pájaros” y se aboca al recate de aves víctimas de caza furtiva”, recordó la joven.

“Volvimos del viaje y me quedé muy preocupada. Le comenté a mi papá sobre mi inquietud y entonces pensamos que una solución para revertir esta realidad era incentivar que se planten árboles frutales para que las aves puedan encontrar alimento”, agregó. El proyecto fue acompañado de cientos de firmas y fue aprobado por los ediles.

La noticia de esta propuesta tuvo alcance provincial y nacional. Incluso un fragmento de la nota publicada en el diario Clarín fue usada como material didáctico en un libro escolar.

Fuente: Primera Edición

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