La postura de América Latina sobre el glifosato
El glifosato, principal componente del producto Roundup de Monsanto, es el herbicida más empleado en el mundo y sospechoso de ser cancerígeno. Representantes de los países miembros de la UE y de la Comisión Europea se dieron cita en Bruselas para negociar una posible prolongación de la autorización del uso del pesticida hasta 2025. Protestas de defensores del medio ambiente acompañan las consultas.
En América Latina el glifosato se usa masivamente. Argentina es el país que más pesticida emplea a nivel mundial: cinco kilos por habitante por año. En Brasil, el consumo llega a 3,5 kilos por habitante por año. También en Paraguay y en Uruguay se están extendiendo los cultivos transgénicos, que son resistentes al glifosato.
Incluso se emplea en países que no siembran semillas transgénicas, explica el Dr. Medardo Ávila Vázquez, coordinador de la red argentina Médicos de Pueblos Fumigados. En Centroamérica o Perú, por ejemplo, el herbicida sirve como desecante para acelerar las cosechas o preparar la parcela antes de sembrar.
“Todos los gobiernos latinoamericanos apoyan a Monsanto” Según el médico, existe una postura común de los gobiernos latinoamericanos: “Todos los países, ya sean de derecha, conservadores o progresistas, apoyan a Monsanto y el uso del glifosato. Las autoridades niegan su carácter tóxico”.
Paralelamente, se está desarrollando un movimiento social de protesta contra el herbicida. En entrevista con Deutsche Welle, Ávila Vázquez cuenta que Médicos de Pueblos Fumigados ha interpuesto una demanda judicial contra el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina por negarse a publicar los estudios en base a los que el país aprobó el uso del glifosato.
¿Cancerígeno o no? En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), un organismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertó sobre los posibles efectos cancerígenos del glifosato. Como consecuencia, ese mismo año, el Gobierno colombiano decidió suspender la fumigación con esa sustancia para erradicar cultivos ilegales.
Sin embargo, el lunes pasado (16.05.2016) expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) emitieron un comunicado, en el que sostienen que el pesticida probablemente no provoca cáncer. Ávila Vázquez señala que la argumentación de agencias como la FAO o la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se basa en estudios de las mismas empresas productoras del herbicida.
La IARC, en cambio, “revisó todos los estudios publicados en revistas científicas que analizaban la toxicidad y llegó a la conclusión de que el glifosato produce cáncer, es la misma conclusión a la que habíamos llegado nosotros. La IARC, una institución de gran prestigio sanitario, es la que está diciendo la verdad con una gran valentía”.
En Argentina se triplicaron casos de malformaciones. En su calidad de médico pediatra y neonatólogo, Ávila Vázquez conoce muchos casos de niños que nacen con malformaciones, porque sus madres estuvieron expuestas al glifosato durante el embarazo. El experto explica que, normalmente, menos del dos por ciento de los niños nacen con malformaciones, pero que en las regiones fumigadas este porcentaje se ha triplicado.
“El glifosato actúa sobre algunos receptores del desarrollo embriológico, y nosotros vemos que nueve meses después de la época en que se empieza a fumigar con intensidad en Argentina empiezan a aumentar los casos de niños que nacen con malformaciones”, dice.
Si bien en Europa se usa una menor cantidad del pesticida que en Latinoamérica, el experto argentino también aboga por su eliminación en el viejo continente. “El glifosato lesiona la cadena de ADN, produciendo una mutación. Las células corrigen esta mutación o eliminan a la célula, pero algunas personas no logran liberarse de la célula que mutó y son invadidas por el cáncer. Nosotros no podemos saber qué persona no va a poder defenderse del glifosato, no depende de la dosis, depende de las condiciones de cada persona”, explica.
Fuente: Nodal Economia