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Mujeres crean cooperativa y trabajan como albañiles

 

Ocho madres sostén de hogar, que hasta hace apenas unos meses estaban sin trabajo, ahora se ganan el sustento fabricando baldosones para exteriores.

 

Cada día, bien temprano, se calzan guantes y ropa de fajina para hacer la mezcla de agua, arena y cemento con la que fabrican un producto del que están orgullosas. Es un trabajo que requiere destreza y esfuerzo, y que pone a prueba sus físicos todo el tiempo.

El año pasado eran amas de casa desempleadas, de distintos barrios, que fueron a golpear las puertas del municipio para pedir trabajo. “Nunca imaginamos terminar en esta tarea. Pero la necesidad hace que podamos hacerlo. No teníamos experiencia y nos costó mucho al principio, pero fuimos aprendiendo y nos acostumbramos”, contó Liliana Nocetti, rodeada de sus compañeras.

En el grupo, cada una tiene su tarea, se reparten los roles, pero todas saben de todo y cualquiera puede ponerse a operar la mezcladora, llenar los moldes o apilar baldosas listas para ser colocadas. Aseguran que si tienen que trabajar más de las cuatro horas diarias para cumplir con un pedido, nos les tiembla el cuerpo.

“Somos mujeres, pero podemos igual y más que los hombres”, desafió Natalia, otra de las integrantes, contra todo prejuicio de oficios separados por sexo. Esta rubia de ojos claros, además de poner el hombro junto a sus compañeras, es la encargada de hacer las bromas e imitaciones que mantienen bien en alto el humor de las demás. Son ocho y hasta hace meses ninguna tenía empleo. Todas son sostenes de hogar. Derriban prejuicios por hacer un trabajo que se supone “típico de hombres”.

Cambio de roles

Formaron la Cooperativa 20 de Octubre, con la que en un principio hacían tareas de limpieza y desmalezamiento. Cuando el municipio de Villa María se cobró una deuda de impuestos con maquinaria y moldes para fabricar las baldosas, se armó esta posibilidad. Les entregaron todo a cuenta de producción y les cedieron un espacio en un galpón abandonado del ferrocarril. Como sustento, la cooperativa recibe la materia prima y unos 15 mil pesos por semana que la comuna luego recupera retirando baldosas para instalar en parques, plazas y paseos. Con ese dinero, repartido entre las ocho madres, mantienen su hogar y crían a sus hijos. Con el emprendimiento ya en marcha, tienen expectativas de seguir creciendo. De a poco empezaron también a ofrecer sus productos a corralones de la ciudad e hicieron algunas ventas. También se capacitaron con personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y están armando ahora sus propias huertas para autoconsumo y venta.

Además de fabricar los baldosones, colaboran con otras cooperativas de hombres en la recuperación y restauración del lugar que les cedieron. En el mismo espacio funcionan las cooperativas Nueva Esperanza, Eva Perón y Nicolás Avellaneda, que se dedican a la construcción de aberturas, de viviendas y de cordón cuneta para programas habitacionales. El lugar es un galpón enorme de casi 100 metros de largo que en su buena época funcionó como taller de locomotoras del Ferrocarril Central Argentino. Había quedado en muy malas condiciones por años de descuido y saqueos, pero se trabaja en recuperarlo y se le notan algunas mejoras. Las chicas serán las encargadas de limpiarlo y pintarlo, otra tarea nada menor que están decididas a asumir.

Fuente: La Voz

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