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El “saber hacer” guatemalteco, en una cooperativa textil de Carolina del Norte

 

Entre 1992 y 2001, el número de cooperativistas empleados en los productos de ropa y otro tipo de textiles en Carolina del Norte (USA) cayeron en un 88%. Molly Hemstreet quería encontrar una manera de crear un nuevo tipo de fábrica de ropa, y en 2008 encontró Opportunity Threads, una empresa gestionada por sus trabajadores que tenían una planta de costura basada en una triple plataforma ética: con beneficios sociales, medioambientales y económicos para la comunidad local.

Hoy la compañía pertenece a 23 hombres y mujeres que trabajan en la empresa, la mayoría de los cuales son primera o segunda generación de inmigrantes de Guatemala. Con la cadena de suministro y a través de sus clientes, Hemstreet espera que la compañía continúe reflejando la diversidad de Morganton, cuya población incluye personas de origen maya y Hmong –muchos de ellos, refugiados que escaparon de conflictos armados en Guatemala y Laos-, así como africanos, americanos e intergeneraciones de comunidades apalaches.

Aunque Opportunity Threads no fabrica su propio material, trabajan con compañías especializadas en fibras orgánicas, locales, y hechas de un modo que lo que los anglosajones denominan “Upcycling” (los materiales no son transformados o degradados para volverlos a utilizar, como el reciclaje, sino que se utiliza la misma materia prima de manera mejorada, aplicando nuevas maneras de utilizarlo, cambiando sus funciones originales).

Entrevistado por la Yes Magazine, Walter Vicente cuenta su experiencia como trabajador de una cooperativa de trabajo, que contrasta con sus primeros tres años en Morganton.

Antes de entrar a trabajar en Opportunity Threads, trabajaba de 6 a.m. a 4 p.m. en una planta de procesamiento de pollos en la zona, y de 18.00 a 24.00 horas en una cadena de restauración. Ahora, contribuye regularmente en la gestión, y aún así tiene tiempo para dedicar a su hijo y a sus tres hijas. Se le ha dado un lugar en el futuro de la cooperativa. “Tengo sueños, y la esperanza es que podamos hacer crecer la planta de 23 empleados a 60 o más", dice Vicente.

El Center for Family Life, una organización comunitaria sin fines de lucro que presta servicios sociales en Brooklyn desde 1978, es un modelo en los EE.UU. por su apoyo a las cooperativas de inmigrantes. Han incubado cuatro cooperativas de trabajadores inmigrantes similares en Nueva York. Al comienzo de la vida de las cooperativas, el Centro les proporciona apoyo legal y administrativo. Ahora está gestando otras cuatro cooperativas, dentro del marco de la actual política municipal en Nueva York, la cual está promoviendo activamente las cooperativas de trabajo, incluso entre la población inmigrante del país.

“Para los clientes de las cooperativas llevadas por inmigrantes, con las que yo he trabajado, hay un valor agregado, y es que saben que hay todo un grupo detrás de la marca. Saben que los trabajadores, que también son dueños de la empresa, son responsables por ellos mismos y con los otros miembros de la cooperativa. Los miembros son a menudo ayudados y reciben apoyo profesional a través de sus cooperativas, algo que en última instancia mejora la calidad de los servicios o productos”, dice Vanessa Bransburg, ex coordinadora de Cooperativas en el Center for Family Life, y actualmente encargada de Desarrollo de Iniciativas Locales en el Democracy at Work Institute.

Fuente: Cicopa

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