Cómo comencé mi propia huerta orgánica
Hace algunos años, cuando aún ni imaginaba construir La Casa G, la casa sustentable que estoy construyendo en Cañuelas para vivir con mi familia, me inicié en una de las actividades de tiempo libre más gratificantes y productivas que puede realizar un ser humano. No fue por necesidad, como cuando el hombre comenzó a cultivar el suelo hace más de 10.000 años. Surgió como una inquietud. Me propuse el desafío de tratar de probar que cualquier persona sin experiencia previa y con voluntad puede reencontrarse con la naturaleza y alimentarse de una manera más saludable y sustentable.
La horticultura es más sencilla de lo que uno cree, es económicamente viable, te devuelve rápidamente el tiempo y el dinero invertido, te permite comer más sano, sin agroquímicos, pesticidas y conservantes. Las frutas y verduras que cultivás en tu propia huerta tienen un sabor increíble, muy superior a las que solemos comprar en los supermercados. Esto sucede, porque los tiempos entre la recolección, envasado, transporte, venta mayorista y minorista suelen ser de varias semanas. Para que la fruta llegue a nuestro hogar en condiciones razonables para ser consumida, tiene que ser cosechada aún estando verde. Una fruta que termina de madurar en la planta es más dulce, tiene un sabor más intenso y mejor calidad de nutrientes. Quien alguna vez haya probado un tomate recién cosechado, se da cuenta que el sabor es tan distinto del que compra en el supermercado que hasta parece una fruta distinta. Si tenés ganas de cultivar y disfrutar de tus propias verduras lo podés hacer tanto en el balcón de tu departamento, en una sección del jardín de tu casa, quinta de fin de semana o acuerdo de por medio, en lo de tu vecino. En mi caso, cuando me inicié en esta actividad, vivía en un departamento con un pequeño balcón. Allí generaba plantines a partir de semillas y luego los trasplantaba en la huerta experimental que armé en la chacra de mis suegros.
Cómo comenzar
Para las personas autodidactas, una excelente guía para empezar son los manuales de la iniciativa Pro-Huerta desarrollados por ingenieros del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agraria). Podemos bajar y leer de manera gratuita los instructivos completos para realizar una huerta orgánica familiar aquí y aquí.
También recomiendo el libro “La vida autosuficiente” de John Seymour. Además de explicar, de manera práctica y sencilla cómo diseñar y mantener nuestra propia huerta orgánica, nos enseña una diversidad de tareas que van desde construir una casa, hasta producir nuestra propia cerveza.
Para quienes prefieran participar de los talleres Pro-huerta del INTA, hay que mandar un e-mail a ambaph@correo.inta.gov.ar, indicando en qué zona vivís para que ellos te deriven al taller más cercano. Finalmente en infojardin.com podemos leer artículos muy interesantes y acceder a foros para intercambiar experiencias.
La huerta en el jardín
Para comenzar es recomendable cercar el perímetro del área destinada a los cultivos para evitar que los animales los coman o contaminen con sus excrementos. Para eso lo mejor es usar postes de madera FSC y alambrado galvanizado de rombo chico. En mi caso, opté por una solución más económica y coloqué un cerco de red de polietileno del tipo gallinero o antigranizo con tratamiento UV y caños de hierro de rezago cada 3 metros.
Luego deberemos preparar la tierra en donde colocaremos las semillas o plantines. La manera más económica, rápida, sencilla y de óptimo aprovechamiento del espacio es preparar surcos directamente en la tierra para luego sembrar en hilera. Esta configuración facilita el trabajo de siembra, riego y recolección. Las contras son la invasión de los yuyos y que en algunos casos deberemos trabajar arrodillados. Los cultivos del tipo comercial se hacen de esta manera, pero los surcos son hechos con grandes arados y los yuyos son combatidos con glifosato.
Dado que en una huerta orgánica no utilizamos agroquímicos, la eliminación de los yuyos se puede hacer de manera manual o utilizando una solución casera mezclando agua y vinagre en partes iguales o cubriendo el espacio entre los surcos con un film de polietileno negro, bloques, piedras o ladrillos. También podemos cubrir la superficie entre cultivos con chips de madera (mulching) que además de ser más natural, a medida que se degrada aporta nutrientes a la tierra.
Si tenemos problemas de espalda o rodillas y podemos invertir un poco más, podemos construir unos bancanales elevados. Estos son maceteros construidos con troncos, madera, ladrillos o cualquier otro elemento o material que nos permita elevar y contener un volumen de tierra al menos unos 30 cm sobre el nivel del suelo.
La huerta urbana
Si tu balcón cuenta con al menos 4 o 5 horas diarias de sol directo (orientación norte), podés cultivar prácticamente cualquier tipo de hortaliza. Si tenés unas 3 horas, podés plantar algunas verduras de hoja como lechuga y rúcula. Con menos de 3 horas probablemente sólo puedas plantar aromáticas. Podés usar cualquier recipiente o macetero con una profundidad no menor a 15 cm. Si vas a cultivar tomates, zanahorias u otras hortalizas de gran desarrollo radicular, se recomienda una profundidad no menor a 35 cm.
Usá el ingenio y aprovechá la oportunidad para reciclar. Podés usar cajones de verdura colocando un film de 200 micrones antes de llenarlo con tierra, baldes, envases plásticos, tambor de lavarropas, heladeritas de playa viejas, etc. Si no conseguís ningún recipiente y estás buscando qué comprar, fíjate las propuestas realizadas en madera recuperada de Mini Huertas. Además fabrican composteras y huertas verticales.
Si querés recipientes modulares decorativos date una vuelta por Sembrando Huertas. Fijate también las mesas de cultivo en chapa galvanizada de Señora Huerta. Miden aprox. 120 cm x 80 de altura y son muy cómodas para trabajar ya que no hay que agacharse. Si preferís un servicio llave en mano, con asesoramiento personalizado, diseño y mantenimiento periódico, podes visitar delgorro.net.
Elección de los cultivos y calendario de siembra
El insumo principal de nuestro huerto son las semillas. Suelo comprarlas en La Germinadora. Podés encontrarlas en los locales propios de la empresa o en la sección de jardinería de los principales supermercados. Un sobrecito de semillas cuesta alrededor de $10 y rinde muchos kilos de verdura.
Para dar un ejemplo concreto, el primer año que sembré tomates, no tuve en cuenta el rendimiento de las semillas y usé un sobrecito completo. ¡A las pocas semanas tenía más de 100 plantitas! Muchas regalé a quienes visitaban la huerta y terminamos cosechando más de 10 cajones de tomates. Con lo que no pudimos comer fresco entre familiares, amigos y conocidos, preparamos mermeladas y salsa en conserva que consumimos durante más de 2 años.
Para definir qué cultivos vamos a sembrar debemos consultar un calendario de siembra específico para nuestra región, ya que cada vegetal se da en una época del año en particular. También podemos encontrar un cuadro en el dorso de los sobres de las semillas con la siguiente información: Mes de siembra, desarrollo y cosecha. Rendimiento y distancia a mantener entre semillas.
Nuestra huerta en invierno
Para poder cultivar verduras en invierno es fundamental proteger las plantas del frío extremo y de la helada. Lo más recomendable es armar un invernadero. Se pueden armar de manera económica y sencilla utilizando materiales disponibles en una buena ferretería. Si tenés un jardín, lo más simple y económico son los túneles.
En mi caso armé la estructura con materiales de desecho: caños de luz cortados y pintados con convertidor de óxido, alambre galvanizado, secciones de mangueras de riego rotas, soga y estacas. Para cubrir el túnel utilicé un polietileno especial con tratamiento anti UV (agrotileno XD2) para que el sol no lo degrade tan rápidamente y una textura que hace que la condensación que se forma en el interior se deslice por los costados y no precipite directamente sobre los cultivos.
Calidad de la tierra
El corazón de una huerta orgánica son las composteras. Allí se tiran todos los desechos orgánicos de la casa, exceptuando carne, hueso y grasa. Una compostera bien mantenida no desprende olores desagradables y aporta todos los nutrientes que necesita nuestra huerta. Por otro lado, el compostaje disminuye en más de un 80% los residuos que habitualmente se lleva el servicio de recolección pública, reduciendo la huella de carbono y contribuyendo al cuidado del medio ambiente.
En mis composteras también suelo incorporar bosta de caballo que voy a buscar a un establo próximo, munido de baldes plásticos de 20 litros (en los que venden las pinturas), pala y guantes. Se mezcla todo y se mantiene ligeramente húmedo. A medida que incorporamos residuos revolvemos todo para que se airee bien y cubrimos con una capa fina de tierra. Al cabo de algunos meses tendremos compost de muy buena calidad.
Recomiendo tener al menos dos composteras ya que una vez que se completa la primera, habrá que dejar que los residuos se terminen de descomponer por completo durante algunos meses mientras utilizamos la segunda.
En mi caso armé cada compostera uniendo con alambre cuatro palets de madera que me regalaron en una obra cercana, cubriendo el interior con red media sombra y usando un quinto palet a manera de tapa. De esta manera los residuos quedan contenidos y a la vez ingresa el aire acelerando el proceso de descomposición. Para separar el compost más fino del material que aún no se degradó podemos utilizar una zaranda. La mía la fabriqué usando una reja vieja a la cual le soldé unos caños a manera de patas.
Si se quiere obtener compost de mejor calidad y a mayor velocidad, podemos utilizar un generador de lumbricompuesto. Para eso se utiliza un contenedor cerrado en todos sus lados salvo en la parte superior, en el cual inicialmente colocaremos tierra y algunas lombrices californianas. Estas son similares a las lombrices comunes pero más pequeñas y de un color rojizo. Comen todos los residuos orgánicos de la casa salvo carne, grasa y hueso. ¡En un metro cuadrado producen aproximadamente 800 kilos de lumbricompuesto al año!
Al igual que las composteras, hay que mantener la tierra ligeramente húmeda, pero los residuos se deben colocar por tandas en un extremo y en otro para que las lombrices una vez que hayan terminado de procesar los residuos en una sección, se muevan al otro y podamos retirar el lumbricompuesto libre de lombrices.
Riego
Para que nuestros cultivos se desarrollen adecuadamente necesitan buena tierra, sol y agua. No todos los cultivos necesitan la misma cantidad de agua, por eso es conveniente agruparlos según sus requerimientos hídricos. Una manera sencilla de comprobar la humedad del suelo es enterrar un dedo unos centímetros en la tierra. Generalmente la tierra superficial suele estar más seca que en el interior. Para mantener la humedad del suelo y ahorrar agua es conveniente rodear los cultivos con un acolchado vegetal (mulching). Podemos usar hojas secas, paja, pasto cortado, chips de madera, etc.
Si sembramos en surco lo más común es regar por pendiente, pero con este método tradicional se desperdicia mucha agua por evaporación. En mi caso, como sólo me ocupo de la huerta los fines de semana, armé e instalé un sistema de riego automático por goteo, que proporciona el agua justo al pie de cada planta, en la zona de influencia de las raíces.
Compré un temporizador de riego marca Elgo, que se enrosca directamente a la salida de la canilla de patio y luego armé y enterré siete circuitos utilizando tubería de polipropileno flexible de 1/2 pulgada que compré en Easy. A cada circuito le coloqué una válvula manual de jardinería para poder regular independientemente la apertura y caudal de agua de cada circuito. A la salida de la válvula coloqué la cinta de riego que trae incorporado los goteros cada 20 cm. La principal ventaja de un sistema de riego por goteo es el ahorro de agua. Además te da la posibilidad de regar de manera automática de noche y de madrugada reduciendo la evaporación y al regar sólo los vegetales, se reduce el desarrollo de malezas en las zonas no regadas.
Control de plagas ecológico
Para prevenir y controlar las plagas en mi huerta, coloqué plantas de ruda macho en los extremos de cada tira de cultivos. Despiden un olor bastante fuerte y particular que espanta a la mayoría de los bichos. También se pueden utilizar algunas aromáticas como el cilantro, que cumplen la misma función y además nos sirven para acompañar pescados y preparar el famoso guacamole mexicano. En una oportunidad tuve que combatir una plaga de insectos y fui a un vivero cercano a la facultad de agronomía. Me atendió una chica muy amable a la cual le pedí me recomendara un insecticida ecológico. De una manera muy casual y para mi asombro, me sugirió que probara con un producto que lo llevan todas las personas que cultivan marihuana. Es un insecticida natural en forma de polvo que se comercializa bajo la marca X-Fin, a base de tierras de diatomeas. No sólo fue muy efectivo en eliminar la plaga de mis cultivos, sino que además funciona como un fertilizante natural.
Fuente: Sustentator