Otra banca es posible
En la mayoría de países de la Unión Europea existe un sistema bancario organizado en torno a tres modelos de banca diferentes, de manera que la banca de gran dimensión dedicada a la especulación convive con un modelo de banca minorista y de proximidad fuertemente arraigado al territorio y centrado en la financiación de los emprendedores y las pequeñas empresas, e incluso también con un modelo de banca pública especializada en la financiación de particulares y empresas con necesidades específicas.
Países como Alemania, Francia y Holanda, entre otros, mantienen una extensa red de bancos cooperativos y de cajas de ahorros que aseguran el desarrollo económico y social y contribuyen activamente a potenciar la economía local. Además, en estos países existen también los denominados bancos éticos, caracterizados por la transparencia y la inversión socialmente responsable. Toda esta estructura garantiza un sistema bancario equilibrado que cubre todos los segmentos de mercado y asegura una equidad o cuanto menos cierta distribución de las fuentes de financiación. Aunque también existen grandes bancos que financian inversiones muy poco éticas, que ayudan al blanqueo de dinero, la evasión de capitales y el fraude fiscal mediante el secreto bancario y que incluso llegan a manupular los tipos de interés, se mantiene toda una estructura de banca ética y de proximidad que juega un papel clave en la financiación de los sectores socialmente responsables, el Tercer Sector y la Economía Social.
El caso de España, sin embargo, es muy peculiar en este sentido. El sistema bancario español había contado históricamente con una banca pública sólida y rentable y una extensísima red de cajas de ahorros y de cooperativas de crédito implantada por todo el Estado español y con un fuerte componente social y de proximidad.
Una banca pública especializada en sectores estratégicos como el hipotecario, la pequeña industria, el sector agrario, las administraciones locales o el sector exterior; y una banca de proximidad asentada en el territorio que garantizaba la financiación de la economía productiva y con una fuerte obra social que revertía una parte significativa de los beneficios económicos de la banca en la sociedad. Con las medidas de reestructuración del sistema financiero que se están llevando a cabo desde hace ya varias décadas, toda esa banca está volando por los aires. Nos quedamos hace ya años sin la banca pública y nos estamos quedando también sin banca de proximidad, de manera que estamos tendiendo hacia un sistema bancario fuertemente concentrado y donde prácticamente solo existe banca especulativa de grandes dimensiones.
En un país como España de muy baja o nula tradición de banca ética, resulta enormemente peligroso la desaparición de la banca de proximidad.
La transformación de las cajas de ahorros en fundaciones bancarias privadas y la cesión de todo su negocio bancario a los grandes bancos después de gastarnos miles de millones de euros públicos en sanearlas ha supuesto un grave golpe para la banca de proximidad en nuestro país. Las cooperativas de crédito, a pesar de que no han necesitado dinero público porque están siendo bien gestionadas, están también en el punto de mira del Ministerio de Economía, que ve con muy buenos ojos su concentración en una única entidad bancaria. La desaparición de estas otras entidades financieras supondría la puntilla final a la banca de proximidad en España.
Hasta aquí los aspectos negativos. Pero también hay una parte positiva, y es que la sociedad civil, tras la frustración de las medidas tan negativas que se han tomado desde las Administraciones Públicas, ha decidido movilizarse y buscar otras alternativas a los bancos convencionales. Por una parte, las cooperativas de crédito se siguen manteniendo e incluso en algunos casos están abriendo oficinas bancarias para evitar la exclusión financiera que provocan los grandes bancos y el cierre de las cajas de ahorros. Desde el ámbito y la filosofía del cooperativismo surgen también alternativas financieras no bancarias como las cooperativas de servicios financieros y las cooperativas integrales, que con criterios de autogestión y autonomía territorial, atienden las necesidades de financiación procedentes del emprendimiento social.
También desde la banca ética han aparecido nuevas opciones que los ciudadanos están conociendo y utilizando, de manera que hoy en día ya existen dos bancos éticos operando en España. A través de las redes sociales e Internet van ganando peso las finanzas colaborativas como el crowdfunding y el micromezenazgo. Y con planteamientos más alternativos y surgidos desde las bases, aparecen y se consolidan iniciativas como las comunidades autofinanciadas, los fondos rotatorios, los bancos de tiempo y las monedas sociales.
Todo un elenco de posibilidades propias de las finanzas éticas y solidarias que permiten pensar que un mundo sin bancos es posible sin renunciar a la financiación y al uso de dinero pero de una manera más ética, responsable y solidaria. Todas estas opciones pueden ayudar a hacer posible un cambio de cultura financiera en España, que ha de ser liderado por la sociedad civil a través de lo que en mi nuevo libro denomino la revolución financiera silenciosa y que ha de estar basada en las tres Cs: Conocimiento, Conciencia y Consumo financiero responsable.
Las autoridades económicas están utilizando la crisis financiera como excusa para acabar con la banca de proximidad y ceder todo el negocio financiero a los grandes bancos. Los ciudadanos deberíamos utilizar la crisis financiera como excusa para llevar a cabo un cambio de cultura financiera en profundidad, donde las personas pasen a ser protagonistas y no víctimas de las prácticas financieras. Unas finanzas responsables y éticas son posibles. Cuantos más seamos más fuertes nos haremos.
Fuente: Ágora