Uber: la tecnología al servicio de las corporaciones
El desembarco —por el momento fallido— de Uber en Argentina abre un importante debate en nuestra sociedad: ¿debemos permitir el ingreso de cualquier tecnología, sin discriminar su impacto en la sociedad?
Es importante recordar que las tecnologías muchas veces no va de la mano con el desarrollo económico y social, aún cuando a primera vista esas mismas tecnologías parecen dar un servicio útil a la sociedad.
Nadie en su sano juicio puede afirmar, sin embargo, que una tecnología no es útil o fructífera para el desarrollo social; veremos que en el caso de Uber es necesario poner el foco en la empresa, y no en la tecnología subyacente.
Uber es una corporación extranjera que en las últimas semanas comenzó a embestir contra nuestro Estado y nuestras leyes, y contra la paz social, como se puede ver en los conflictos con los trabajadores de taxis. Esta corporación cree que puede avanzar, entonces, contra nuestras leyes, nuestra paz social, nuestro espíritu solidario, nuestros valores y nuestros principios.
Es preocupante, no obstante, constatar que una parte de nuestra sociedad coloca las virtudes de esta nueva tecnología —Uber— por sobre las virtudes sociales. También es preocupante —y mucho— que muchos funcionarios, mayormente de PRO, hagan lobby a favor del libre desembarco de esta corporación en la ciudad de Buenos Aires, y presumiblemente en otras ciudades del interior. Lo mismo sucede con una parte del periodismo, visiblemente rentada por esta misma empresa, y que decide poner por encima de la ética periodística el marketing de una empresa privada extranjera.
Lo que buscan a través de Uber es imponer otra base cultural y económica, con la cual llevarnos a un modelo neoliberal y de relaciones sociales basadas en consumidores, productores y empresas de servicio. Las sociedades tienen sus tiempos de desarrollo y sus culturas, y lo que se busca aquí es imponer a la fuerza un nuevo modelo. Y con el sólo fin de lucrar.
Fuente: Mundo Empresarial