¿En qué se traducen los principios que defiende el Comercio Justo?
El segundo sábado del mes de mayo se celebra, desde 2001, el Día Mundial del Comercio Justo, una jornada dedicada a la lucha contra la pobreza y la explotación o los impactos que la crisis económica provoca en las regiones más pobres del mundo.
El Comercio Justo promueve la justicia social, económica y medioambiental y esto se concreta en unas prácticas comerciales que se caracterizan, entre otros aspectos, por:
• El establecimiento de unos salarios dignos: Los trabajadores y trabajadoras reciben un salario que les permite vivir con dignidad, cubriendo sus necesidades básicas.
• Condiciones laborales adecuadas y protección de la salud de las y los trabajadores: Las condiciones de trabajo son seguras y no se pone en peligro la salud de las personas trabajadoras. Por ejemplo, hablando del algodón, su cultivo es orgánico, sin el uso de sustancias químicas, y su procesamiento a través de técnicas ecológicas y “limpias” evita el desarrollo de enfermedades a agricultores y personas trabajadoras.
• Ausencia de explotación infantil: El Comercio Justo asegura el cumplimiento del Convenio de las Naciones Unidas en materia de los Derechos del Niño, especialmente en lo referido a la ausencia de explotación infantil.
• Autonomía y mejora de la condición social de las mujeres: La promoción de la mujer es otro de los ejes principales en el Comercio Justo. Concretamente, en el sector textil de Comercio Justo, una amplia mayoría de las personas trabajadoras son mujeres. Su trabajo les proporciona una mejora de su situación económica y además favorece su independencia y autoestima, mejorando así su consideración social. Se les ofrece, como al resto de trabajadores, formación técnica, profesional y de gestión económica, pero también en aspectos como derechos humanos y laborales, igualdad de género, empoderamiento, etc. lo que refuerza aún más su desarrollo personal y autonomía. Este es un as-pecto especialmente importante si tenemos en cuenta la situación de marginación que viven las mujeres en países de Asia, África o América Latina.
• Protección del medio ambiente: las organizaciones de Comercio Justo trabajan a través de procesos que no dañan el entorno natural. En el caso de los cultivos de algodón, se trata de una producción ecológica, que no utiliza abonos químicos, pesticidas o herbicidas. Por otro lado, la confección es semiartesanal, no industrial, con lo que el impacto medioambiental disminuye considerablemente.
• Gestión democrática: gran parte de las organizaciones textiles de Comercio Justo adoptan formas jurídicas propias de la economía social, es decir, asociaciones o cooperativas. En ellas los trabajadores y trabajadoras participan en la toma de decisiones.
• Pre-financiación de la producción: Teniendo en cuenta las desventajas económicas a las que se enfrentan los productores y para evitar que estos se endeuden con terceros, se establece un prepago de al menos un 50% a los grupos artesanales de Comercio Justo.
• Relaciones comerciales a largo plazo: Las organizaciones productoras e importadoras mantienen una relación de largo plazo basada en la solidaridad, confianza, y respeto mutuo que contribuyen al crecimiento y la promoción del Comercio Justo.
• La prima social: un añadido sobre el precio previamente pactado para invertirlo en aspectos que, de forma democrática, se hayan definido como prioritarios para mejorar la calidad de vida de la comunidad.
¿Cómo contribuye la compra de un producto de Comercio Justo a la mejora de las condiciones de vida de las y los productores?
Aunque como hemos visto, el Comercio Justo es mucho más que un sueldo digno, una de las preguntas más re-currentes es cómo se concreta específicamente en los salarios, o dicho de otra forma, cuánto va a las personas productoras y qué diferencia hay con el comercio con-vencional. Pondremos, pues, un caso.
Veamos cómo se distribuyen los gastos en una camiseta, según el Informe Salarios Dignos de SETEM-Campaña Ropa Limpia.
De 29 euros del coste total de esta camiseta del comercio convencional, apenas 0,18 irían al pago del trabajador o trabajadora que la elaboró. A continuación, veremos una comparativa de ese desglose aplicado en una camiseta de una marca del grupo Inditex (Massimo Dutti) y a una de Comercio Justo. Concretamente, de la colección de ropa de Comercio Justo Veraluna de Oxfam Intermón.
Como podemos ver, el dato más llamativo son los costes laborales. Estos representan un 1272% más en una camiseta de Comercio Justo en comparación con los destinados al mismo capítulo en una camiseta del comercio convencional.
De los impactos positivos del Comercio Justo se benefician de manera directa los trabajadores y trabajadoras de las organizaciones productoras. Según datos de Fairtrade International, solo en la producción de algodón certificado de Comercio Justo trabajan 73.400 personas en todo el mundo, cifra relativamente pequeña si la comparamos con los casi 100 millones de hogares que participan de la cosecha del algodón. Sin embargo, aunque la cifra a nivel cuantitativo puede parecer pequeña, no podemos olvidar el impacto cualitativo para cada una de esas personas, sus familias y su comunidad.
Esta cifra también es relativamente baja cuando la comparamos con los dos millones de personas productoras y trabajadoras de las casi 1000 organizaciones de la red del Comercio Justo. El textil todavía tiene un peso menor dentro del Comercio Justo pero, sin duda, su peso específico irá creciendo en la medida en que se vayan incorporando consumidores conscientes al sector de la moda, que reclamen una ropa limpia de esclavitud y explotación.
Fuente: El Salmón Contracorriente