La agricultura urbana como estrategia de sustentabilidad de las ciudades
Investigadores del Centro de Estudios del Ambiente Humano avanzan en la construcción de indicadores que potencien las políticas públicas para la agricultura urbana.
Según el último informe de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO), Rosario forma parte de las diez ciudades con mayor desarrollo de agricultura urbana de latinoamérica. Una fuerte apuesta política por esta práctica, acompañada por una sinergia de personas e instituciones, posibilitaron su integración en los procesos de planificación y desarrollo urbano.
En efecto, desde 2002 se promueve esta actividad a través del Programa de Agricultura Urbana (PAU) de la Municipalidad de Rosario. Su director, el Ing. Ag. Antonio Latucca sostiene que existen actualmente alrededor de 2000 personas vinculadas a la actividad a través de huertas domiciliarias. Bajo la supervisión del PAU, funcionan distintos emprendimientos agroecológicos colectivos, en donde ciento cincuenta productores, organizados en una Red de Huerteras y Huerteros, producen alimentos orgánicos y de alta calidad accesibles a la población en los mismos espacios productivos o en ferias urbanas. Asimismo, en el marco de las diversas actividades formativas que llevan a cabo los técnicos del Programa junto a los huerteros, está capacitándose a 50 jóvenes en el oficio de agricultores agroecológicos.
Los logros de estos últimos años en el desarrollo de la agricultura urbana y periurbana en la ciudad se deben, entre otros esfuerzos, al aporte de investigadores de nuestra Universidad con amplia trayectoria en el estudio de todos sus procesos. En esta línea, en el Centro de Estudios del Ambiente Humano (FAPyD), desde hace 14 años, docentes investigadores, estudiantes y técnicos especialistas en agroecología participan en proyectos de investigación y extensión al medio productivo.
En ese marco, las arquitectas e investigadoras Laura Bracalenti y Laura Lagorio dirigieron, entre 2012 y 2015, el proyecto de investigación y desarrollo “La agricultura urbana y periurbana como estrategia de sustentabilidad de las ciudades. Indicadores para su evaluación”, acreditado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la esta Universidad, cuyo objetivo consistió en identificar indicadores -y generar nuevos- que permitan evaluar los espacios agroecológicos que están en funcionamiento en la ciudad.
“Buscamos visibilizar algunos efectos que normalmente pasan desapercibidos. Si bien todo el mundo entiende que la agricultura urbana es una estrategia colectiva de producción diversificada de alimentos sanos y que produce trabajo para personas de bajos recursos, hay una cantidad de efectos valiosos para la ciudad y la población en su conjunto que no son igualmente visibles o reconocidos, como la forma en que se recupera suelo ocioso y no urbanizable, eliminando las cargas ambientales e incrementando su fertilidad, permeabilidad y biodiversidad a través del trabajo en las huertas. Muchos de los procesos que tienen lugar en estos ámbitos, además de mejorar la calidad de los espacios que conforman el sistema de espacios verdes urbanos, constituyen aportes para amortiguar las consecuencias del cambio climático en las ciudades. Asimismo, existen otros efectos significativos que tienen que ver con el fortalecimiento social e identitario de los huerteros. Una cantidad de ventajas diversas que se comentan pero que normalmente no están cuantificadas y por lo tanto no constituyen una fundamentación para poder fortalecer políticas públicas en agricultura urbana” introduce Bracalenti.
La pregunta es cómo medir dichas ventajas y, en torno a esto, las investigadoras plantean un abordaje interdisciplinario que busca mostrar con mayor claridad determinados aspectos de estas dimensiones, útiles para la diagramación de políticas públicas que potencien el uso productivo del suelo no apto para la urbanización de Rosario. “Desde 2002, el Centro de Estudios del Ambiente Humano viene trabajando en ese sentido, en forma conjunta con huerteros, tomadores de decisión, y otros actores sociales involucrados, en especial estudiantes de nuestra Facultad, vinculando la Universidad con las necesidades locales”, explica Lagorio.
“Por un lado, enfocamos aquellos indicadores que pudieran darnos información acerca de la mejora del suelo, de las mejoras socio-espaciales, es decir, cuántos huerteros están trabajando en las distintas unidades agroecológicas, cómo están produciendo, qué disponibilidad de infraestructura tienen, y otras puntas relacionadas con el espacio en el que trabajan. Por otro, trabajamos indicadores de permeabilidad, de recuperación de suelo descriptivos de la reducción de cargas ambientales en los predios. Las huertas están localizadas en suelo que no es construible. Está claro que no se puede competir con suelo aptos para otros usos, principalmente el residencial, pero sí se pueden adaptar muy bien a suelos no aptos para urbanización, como los inundables, donde se mejora la permeabilidad del suelo y se reponen la capacidad de éstos para funcionar como retardadores de las crecidas. Es decir, tienen una serie de efectos sinérgicos muy positivos”, detalla Bracalenti.
Algunos resultados
Durante 2013 y 2014 se analizaron, entre otros, tres de los Parques Huerta existentes en la ciudad, “La Tablada”; “Molino Blanco” y “El Bosque”. Cabe aclarar que, a excepción de algunos sectores del predio correspondiente a “Molino Blanco” en los que existían huertas informales previamente a la inauguración del parque-huerta, los tres espacios constituían vacíos urbanos y dos de ellos estaban parcialmente cubiertos de maleza, escombros y basurales (“Molino Blanco” y “El Bosque”), presentando además una gran vulnerabilidad frente a ocupaciones indebidas. A modo de ejemplo se describen algunos de los resultados obtenidos:
En el caso de “La Tablada”, el 40% de la superficie del PH estaba en producción efectiva en 2014, o sea con posibilidades de cosechar 78 toneladas de verduras/año y reciclar 150 toneladas de residuos orgánicos/año para compostaje. El 13% de la superficie del terreno que presentaba cargas ambientales antes de la puesta en marcha del emprendimiento (2006), se había reducido al 0,3% en 2014.
En el caso de “Molino Blanco”, el 41% de la superficie del PH estaba en producción efectiva en 2014, o sea con posibilidades de cosechar 115 toneladas de verduras/año y reciclar 230 toneladas de residuos orgánicos/año para compostaje. El 49% de la superficie del terreno que presentaba cargas ambientales antes de la puesta en marcha del emprendimiento (2002), se había reducido al 7% en 2014.
En el caso de “El Bosque”, el 26% de la superficie del PH estaba en producción efectiva en 2014, o sea con posibilidades de cosechar 52 toneladas de verduras/año y reciclar 104 toneladas de residuos orgánicos/año para compostaje. El 32% de la superficie del terreno que presentaba cargas ambientales antes de la puesta en marcha del emprendimiento (2009), se había reducido al 24% en 2014. La incorporación de materia orgánica para mejorar la fertilidad del soporte, el incremento de las superficies vegetadas y la plantación de ejemplares forestales (+43) han favorecido el desarrollo de la biodiversidad y aumentado la capacidad de retención e infiltración del suelo. Con respecto a la multifuncionalidad del espacio, se relevó infraestructura y equipamiento para el desenvolvimiento de cuatro tipos de actividades (producción hortícola, formación/educación, ventas y encuentro social).
Vinculación internacional
En paralelo, el CEAH participó, conjuntamente a otros centros de distintas facultades de la UNR, en un proyecto internacional financiado por la Red de Conocimiento sobre Cambio Climático cuyo objetivo principal consistió en elaborar una metodología y medir indicadores para ver la incidencia de la agricultura urbana en la mitigación y sus aportes a de la adaptación de las ciudades al cambio climático
Este proyecto internacional, financiado por CDKN y coordinado por RUAF, fue realizado en cuatro ciudades de diferentes continentes y tuvo como finalidad, en el marco del subproyecto local, según Bracalenti, “construir indicadores destinados a medir cómo se reducirían las inundaciones, se amortiguarían las altas temperaturas y se reducirían las millas-alimento incrementando la superficie de suelo agroecológico en las ciudades.
Programa
El Programa de Agricultura Urbana (PAU) de Rosario trabaja con el objetivo de aumentar la superficie productiva en áreas urbanas y periurbanas no urbanizables, apuntando también a la inclusión de la agricultura urbana en los procesos de construcción y mejoramiento de barrios financiados por el estado, constituyendo una generación de ingresos para las familias. También propone una capacitación ofrecida a los interesados en lo que respecta a brindar conocimiento y práctica sobre: huertas grupales productivas orgánicas (HGPO), producción, manejo y uso sustentable de Plantas Aromáticas Medicinales, reciclaje de residuos sólidos, asociativismo y organización comunitaria, consumo ético, solidario y responsable, construcción de redes.
Desde la lectura de las investigadoras, “el programa de Agricultura Urbana ha logrado poner en marcha distintos tipos de espacios productivos que van adaptándose al suelo disponible. Entre ellos uno muy innovador denominado parque-huerta. Los Parques-Huerta son espacios de gran escala, en los que trabajan grupos familiares sobre parcelas de tierra asignadas para la producción agroecológica y en los que se desarrollan simultáneamente actividades recreativas y formativas. Los otros tipos de espacios existentes en la ciudad son los corredores verdes, las huertas grupales, los centros de referencia, los jardines saludables y las huertas demostrativas.
“Los resultados son positivos, porque si bien son espacios con una gran variabilidad funcional debido a los efectos climáticos adversos y a los problemas inherentes a los grupos sociales que participan y a los lugares en los que se localizan, también tienen una gran capacidad de recuperación, impulsada en gran medido por la acción integradora del Programa de Agricultura Urbana Municipal, que ha logrado poner en práctica diversas estrategias para dar solución a este tipo de situaciones problemáticas Estos emprendimientos y sus dinámicas permiten aumentar el núcleo resiliente urbano, sumándose al elenco de componentes y procesos que aumentan la capacidad de respuesta urbana frente a situaciones críticas ocasionadas por impactos o demandas de diversa índole”, concluye Bracalenti.
Fuente: UNR